lunes, 7 de noviembre de 2011

vagos de amar

Y nos acostamos un rato sobre las hojas,
te lo dije: siempre me ha gustado más la arena;
sin embargo, allí reímos hasta llorar.
Luego pasamos un rato junto al mar,
sabía que te gustaría,
noche de música de luciérnagas.

Después me incomodaba el viento,
aunque dejé volar mi pelo;
no soportabas el picor de abejas,
nunca lo entendí;
me costumbré a dormir con luz,
pero cerraste las ventanas,
las gaviotas no dejaban de cantar.

Una tarde de verano,
sentados frente aquel baúl,
sin saber qué hacer con tanto, nos dimos cuenta.
Y ya no había remedio.
Nos volvimos vagos de amar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario