Eran buenos tiempos aquellos
donde en las tierras brotaban por doquier los besos.
Entre sonrisas se regalaban con el desayuno,
a media tarde, incluso a tardes enteras.
Pero llegaron tiempos difíciles
a razón de avariciosos negociantes que siempre se lo quedan todo,
y, lo que antes llovía en abundancia
secaba ahora las mañanas.
Así que acá andamos por estas tierras,
besándonos a oscuras, y muy de vez en cuando.