viernes, 20 de diciembre de 2013

El escondite. Escóndete.

¿Cuánto se tarda en querer a alguien? ¿Cómo hay que esperar? No sigas las normas o morirás de aburrimiento, ¿de verdad quieres jugar?

Mientras nos escondemos tras los árboles, se hará gigante con el paso de las horas lo que sí somos. Entonces, de aquí a que puedas verme ¿cuánto contarás?

Seremos felices en juego hasta descubrirnos. Mentiras grandes y patas cortas o verdades, sin más, sin patas; que ya usaremos las nuestras para salir corriendo si éstas nos pesan demasiado.

Al encontrarnos, sorprendidos por el hallazgo, diremos adiós o gritaremos: ¡casa! sosteniendo para siempre un rato. Pero mientras tanto, solo estaremos contando tras un árbol. No te olvides hasta cuánto eso no es amor.

martes, 17 de diciembre de 2013

La lengua de las estrellas

Los deseos se piden a la cara, no a las estrellas.

Quizá pedir a los astros no fuera buena idea, aunque al menos ellos sí saben quedarse. Descambiaría canciones y hojas de árbol por solo tres palabras. Pero no devuelven el dinero, ni la parte de mi que ya gasté.

En cambio tú... tú hablas su misma lengua
presumes de lejos y no te enteras de una mierda.

A cambio yo... yo ya no juego con la camiseta del equipo contrario
y nunca, jamás, hablo de amor con ellas.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Más allá del caos

Lo más gracioso es cuando te pones seria, me miras fijamente y expones sin interrupción tus principios. Producto del caos. Así te gusta llamarNOS. Tiene tanto sentido lo que cuentas que hasta yo empiezo a creerlos. Pero si congelamos el pensamiento evitamos de nuevo un final, y te sorprendo entusiasmada buscando con tu dedo índice en el mapa el camino de regreso.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Cons-piración

No sé cómo me las apaño que al final
todas las copas de vino acaban en ti
da igual en la barra que las apoye
o los ojos con los que te brinde.

Qué idiotez pensar que frenar la velocidad
nos subiría al vagón del control o a tomar la misma vía.
Pero la tuya es de alta velocidad
y a mi me gusta ver por dónde viajo
y no hacer parada en el engaño
porque las vistas te arrancan los ojos.

Debería ser pecado abrir maletas que no vas a llenar.

Pero el viaje continúa y
yo siempre preferí mochila.

Se aseguran baños de sol
y atravesar lagos despacito, para mojar los pies.
El billete no está en venta porque sale caro,
las fotos son de carrete
y el próximo destino se decide bajo manta.
Un viaje hacia ninguna parte en un vagón revuelto con la cama por hacer
al que, como siempre, ya llegas tarde.