jueves, 15 de noviembre de 2012

14 de noviembre

Todo despertó en calma. Las plantas bostezaban a la mañana temprano en unos balcones aparentemente dormidos. Las persianas iban despejando sus párpados lentamente y diferentes rostros aparecían. Poco a poco, como se desliza una perezosa gota de café sobre el cuerpo de una taza.

En una calle de ruidos que callan y comercios vacíos, nota a nota, va sonando la música de la indignación. ¿Qué hacemos hoy? - preguntan las paredes de las calles intransitadas. Hoy no hay pan, ni cafés, ni sonó el despertador.

El  hueco del qué hago hoy. Resulta extraño ver como al abrir la jaula el pájaro no emprende el vuelo. Tenemos una cita, se dicen unos a otros.

Angustiados, los habitantes de un día en la nada van llenando las calles. Puñaditos de sombras se van agolpando en una hilera de pasos y palabras. Hoy no hay que hacer nada. Las ilusiones y los sueños se dan encuentro para gritar por qué.

Todo en silencio. Suena a lo lejos una trompeta. El vacío llena las calles tras la procesión, y en cada casa una fiesta. Buscamos en los cajones alpiste sin intercambiar monedas. Hoy no. Hoy no falta nada. Lo que tenemos nos basta. Reuniones improvisadas en salones. Libres de yugo. Solos y juntos.

Y en el eco de los tambores lo siento. Estamos faltos de nada.

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